Arthur Abbott: "Iris, in the movies we have leading ladies and we have the best friend. You, I can tell, are a leading lady, but for some reason you are behaving like the best friend. " (de The Holiday, de Nancy Meyers)
I
La Dra y yo somos amigas desde el secundario, pero desde hace unos doce años somos inseparables. Su familia me adora y paso cada Año Nuevo con ellos. Mi madre se anima a opinar con mayor libertad sobre la vida sentimental de ella que sobre la mía. Tenemos el pulso exacto de la vida cotidiana de la otra. Conozco con pelos y señales la vida de sus compañeros de trabajo, las complicaciones del hospital, las dificultades de procedimientos quirúrgicos de los que no entiendo absolutamente nada. Del mismo modo, la Dra. sabe todo de mí, puede recitar al menos nombre y descripción de los personajes principales y secundarios de mi existencia, y se ve obligada a sumergirse en lecturas y situaciones que jamás le interesarían si no me involucrasen.
II
Si nuestra vida fuera una comedia romántica de Hollywood, cada una sería por un rato la Protagonista, mientras a la otra le tocaría hacer de Mejor Amiga. A la Protagonista le pasan las cosas y la Mejor Amiga es la que escucha el relato de las cosas que a ella no le pasan. Mientras ella estaba de novia, yo era sola; mientras yo tenía chico, ella no quería tener o no tenía. Siempre nos manejamos con esa precisión. Aunque al resto de nuestras amigas siempre les llamó un poco la atención esta alternancia, nosotras la tomamos casi como si fuera una fatalidad. La situación, además, tenía algunas ventajas: permitirnos cierta equidad a la hora de compartir los problemas, y el hecho de que la otra siempre estuviera disponible para contener en una crisis de pareja o convertirse en un comité unipersonal de emergencia cuando llegaba una ruptura.
III
La Dra y yo somos amigas desde el secundario, pero desde hace unos doce años somos inseparables. Su familia me adora y paso cada Año Nuevo con ellos. Mi madre se anima a opinar con mayor libertad sobre la vida sentimental de ella que sobre la mía. Tenemos el pulso exacto de la vida cotidiana de la otra. Conozco con pelos y señales la vida de sus compañeros de trabajo, las complicaciones del hospital, las dificultades de procedimientos quirúrgicos de los que no entiendo absolutamente nada. Del mismo modo, la Dra. sabe todo de mí, puede recitar al menos nombre y descripción de los personajes principales y secundarios de mi existencia, y se ve obligada a sumergirse en lecturas y situaciones que jamás le interesarían si no me involucrasen.
II
Si nuestra vida fuera una comedia romántica de Hollywood, cada una sería por un rato la Protagonista, mientras a la otra le tocaría hacer de Mejor Amiga. A la Protagonista le pasan las cosas y la Mejor Amiga es la que escucha el relato de las cosas que a ella no le pasan. Mientras ella estaba de novia, yo era sola; mientras yo tenía chico, ella no quería tener o no tenía. Siempre nos manejamos con esa precisión. Aunque al resto de nuestras amigas siempre les llamó un poco la atención esta alternancia, nosotras la tomamos casi como si fuera una fatalidad. La situación, además, tenía algunas ventajas: permitirnos cierta equidad a la hora de compartir los problemas, y el hecho de que la otra siempre estuviera disponible para contener en una crisis de pareja o convertirse en un comité unipersonal de emergencia cuando llegaba una ruptura.
III
El ejemplo más claro se dio a principios de 2007. El 31 de diciembre de 2006 yo me separé de Ex y, diez días más tarde, la doctora conoció a su chico, el Extranjero, con quien terminó cortando a mitad de año. Pero hace poco éste volvió con todo, y es amor otra vez, o más que antes. Su apasionado regreso casi coincidió con el florecimiento de mi romance con Chico (¡si, chicas: sigue!) lo que nos impidió a la Dra. y a mí comunicarnos durante varios días, salvo por escuetos mensajes de texto con muchos signos de admiración o por llamados telefónicos siempre interrumpidos. Queríamos saber y contarnos todo y no encontrábamos el momento. En una ocasión, yo la dejé plantada a ella. Al otro día, ella me cortó el teléfono a mí. La verdad es que no nos importó. Estábamos genuinamente felices por la otra. Pero, además, habíamos descubierto, incrédulas, algo que no había sucedido nunca antes: por una vez, las dos al mismo tiempo éramos la Protagonista.