martes, 18 de noviembre de 2008

Comparación

I
En un momento, cuando estaba con Chico se me había dado por pensar qué hijo de puta había sido el Ex. De ser alguien a quien hasta entonces yo no odiaba, que más bien me era indiferente, ahora el Ex se convertía en un ser detestable. A través de la lente de mi nueva historia, la indiferencia que antes me suscitaba el Ex se transformaba en odio. Odio por lo haragán que había sido. Odio por todo lo que me había escatimado. Odio hacía mí misma por haberme quedado ahí –ahora lo entendía– mucho más tiempo del necesario.
II
De la misma manera, por estos días recuerdo que, cuando se acercaba el final, el Chico, en lo que ahora veo como un claro intento por espantarme, me confesó un día: “yo soy un egoísta. Egoísta con mi tiempo, egoísta con mis cosas, egoísta con todo”. Entonces yo no entendí. Entendí el significado de lo que decía -estaba obnubilada por ese hombre pero al menos alcanzaba a decodificar sus frases- pero no comprendí hasta ahora, que estoy diríamos metida en otra cosa, el sentido detrás de esas palabras. Chico no me estaba diciendo “soy un egoísta con todos menos con vos”, como entonces yo había querido pensar, sino que me decía: “a vos no quiero darte nada”.
III
Recién ahora entiendo lo que escuché en ese momento. Ahora, que estoy involucrada con alguien que no mide su tiempo, ni sus ganas, ni su dinero, ni sus demostraciones de afecto, aunque sí, por el momento, mide sus palabras. Porque sabe que no me creo mucho las declaraciones grandilocuentes. Porque el cinismo se me nota en la cara. O porque él es así. Y por ahora, esto es todo lo que sé de esta relación. De la que, por supuesto, me encantaría no tener que entender nada más.