
I
Ayer llegó a Buenos Aires mi tío, el marido de la única hermana de mi madre, y organizamos una cena familiar para recibirlo. En la mesa, mi tío comenzó a contarnos los últimos chistes que le hacen con mi tía al nuevo novio de mi prima la menor. Chistes tontos, que si yo intentara reproducir aquí perderían por completo su efecto y sonarían a cargadas entre estudiantes de primaria. Pero el punto es que mi tío y su mujer son gente muy graciosa, con un sentido del humor activo, que alimenta y forma parte de su vida cotidiana.
II
Mi tíos están juntos hace unos cuantos (¿30?) años, tienen miles de diferencias que no intentan ocultar, y han pasado como todo el mundo por situaciones lindas pero también muy traumáticas, pero forman una de las parejas más sólidas e interesantes que conozco, y creo que en la base de su éxito ocupa un lugar fudamental el sentido del humor. Cuando hay público, funcionan casi como un dúo haciendo stand up comedy: hay contrapunto, hay un timing, hay una sincera sorpresa cuando al otro se le ocurre algo que hace reír.
III
Quizás porque les tocaron padres que tienden a la melancolía, mi tía y mi madre son mujeres cuyo sentido del humor les permite reírse de todo, pero ante todo de sí mismas. Aunque no hay muchas otras cosas en las que me parezca a mi madre, me doy cuenta de que sí repito ese rasgo. La primera vez que llevé al Ex a la casa de mis viejos, aunque no me lo dijo en estos términos, sé que la única persona de mi familia que entendió qué hacía yo con él fue ella . Ex no es una persona particularmente sociable (más bien todo lo contrario) ni particularmente brillante, ni es guapo de una manera obvia (aunque para mí sí lo sea). Pero es, o era, seguro, alguien con una gran capacidad para arrancarme una carcajada con poco esfuerzo. Y esto, a la hora de detectar o acercarme a alguien del sexo opuesto, para mí es fundamental. Habrá mujeres que busquen seguridad emocional, económica o policíaca, otras estarán interesadas en el talento artístico del hombre en cuestión; alguna querrá que le provean certezas intelectuales. Yo, en cambio, no puedo ni pensar en arriesgarme a meterme en la cama con un tipo que no va a saber tomarse con humor las situaciones ridículas e inesperadas que se presentarán inevitablemente.
Ayer llegó a Buenos Aires mi tío, el marido de la única hermana de mi madre, y organizamos una cena familiar para recibirlo. En la mesa, mi tío comenzó a contarnos los últimos chistes que le hacen con mi tía al nuevo novio de mi prima la menor. Chistes tontos, que si yo intentara reproducir aquí perderían por completo su efecto y sonarían a cargadas entre estudiantes de primaria. Pero el punto es que mi tío y su mujer son gente muy graciosa, con un sentido del humor activo, que alimenta y forma parte de su vida cotidiana.
II
Mi tíos están juntos hace unos cuantos (¿30?) años, tienen miles de diferencias que no intentan ocultar, y han pasado como todo el mundo por situaciones lindas pero también muy traumáticas, pero forman una de las parejas más sólidas e interesantes que conozco, y creo que en la base de su éxito ocupa un lugar fudamental el sentido del humor. Cuando hay público, funcionan casi como un dúo haciendo stand up comedy: hay contrapunto, hay un timing, hay una sincera sorpresa cuando al otro se le ocurre algo que hace reír.
III
Quizás porque les tocaron padres que tienden a la melancolía, mi tía y mi madre son mujeres cuyo sentido del humor les permite reírse de todo, pero ante todo de sí mismas. Aunque no hay muchas otras cosas en las que me parezca a mi madre, me doy cuenta de que sí repito ese rasgo. La primera vez que llevé al Ex a la casa de mis viejos, aunque no me lo dijo en estos términos, sé que la única persona de mi familia que entendió qué hacía yo con él fue ella . Ex no es una persona particularmente sociable (más bien todo lo contrario) ni particularmente brillante, ni es guapo de una manera obvia (aunque para mí sí lo sea). Pero es, o era, seguro, alguien con una gran capacidad para arrancarme una carcajada con poco esfuerzo. Y esto, a la hora de detectar o acercarme a alguien del sexo opuesto, para mí es fundamental. Habrá mujeres que busquen seguridad emocional, económica o policíaca, otras estarán interesadas en el talento artístico del hombre en cuestión; alguna querrá que le provean certezas intelectuales. Yo, en cambio, no puedo ni pensar en arriesgarme a meterme en la cama con un tipo que no va a saber tomarse con humor las situaciones ridículas e inesperadas que se presentarán inevitablemente.
Ya saben, entre Steve Carrell y Brad Pitt no tengo dudas de a quién elegir.