martes, 24 de febrero de 2009

Revelación

“A veces Eliz, cuando tenía miedo, decía descarada y desafiante: soy sólo una mujer... Como si uno dijera ‘Soy sólo el Niágara.”
Sándor Márai. La extraña


I
El tono que usó no era el de qué gran descubrimiento. Más bien era el de la constatación de un hecho. Y de todos modos una se siente en la obligación de andar disculpándose como si todo este tiempo hubieras estado engañándolo. Quizás lo desorienté de entrada con mis conocimientos sobre fútbol, con mi inusual tolerancia para los canales deportivos y sus bizarros personajes , por mi habilidad para traducir mis sentimientos y necesidades al léxico del mundo masculino.
II
No lo dijo como un insulto. Era la sorpresa al ver por fin un signo de fragilidad. "Al final, vos también sos una chica", me dijo el Novio anoche por teléfono.
III
Las pistas siempre estuvieron ahí. El vio las dimensiones de la valija que llevé sólo para un fin de semana; estaba el día en que me desperté llorando y lo abracé después de una pesadilla; hace dos días me dejó en la puerta de lo de Rose para ver la red carpet de los Oscar (no los Oscar). Pero para él no debe haber sido suficiente. Algo más que dije o hice detonó ese comentario. Algo tan insignificante que, aunque lo intento, no consigo recordar qué fue.
IV
Ahora pretende que yo aprenda a cabecear. Le respondí que no. Con toda la delicadeza de la que soy capaz, le expliqué que no soy un centro de entretenimiento masculino.