I
Cuando algo mecánico, eléctrico o de plomería se rompe, no sé qué hacer. Será que por haberme criado entre varones (cinco, entre padre y hermanos) nunca me vi obligada a aprender, siempre había alguien que sabía hacerlo y además le gustaba, o -por esta cuestión de los roles inculcados de la que siempre renegué pero sin embargo- se le pedía a otro que lo resolviera antes que a mí. La cuestión es que cada vez que pierde una canilla, falla el calefón, la tostadora, el televisor, un enchufe, o lo que sea, entro en pánico, me desespero, grito. Me bastan dos minutos para hacer retroceder cien casilleros las conquistas de independencia y autodeterminación conseguidas por el sexo femenino en los últimos doscientos años. En esos momentos críticos, padre y hermanos han contraído la costumbre de tratarme con la condescendencia destinada a un niño molesto, a un pariente tonto, o a una mascota demasiado confianzuda.
Cuando algo mecánico, eléctrico o de plomería se rompe, no sé qué hacer. Será que por haberme criado entre varones (cinco, entre padre y hermanos) nunca me vi obligada a aprender, siempre había alguien que sabía hacerlo y además le gustaba, o -por esta cuestión de los roles inculcados de la que siempre renegué pero sin embargo- se le pedía a otro que lo resolviera antes que a mí. La cuestión es que cada vez que pierde una canilla, falla el calefón, la tostadora, el televisor, un enchufe, o lo que sea, entro en pánico, me desespero, grito. Me bastan dos minutos para hacer retroceder cien casilleros las conquistas de independencia y autodeterminación conseguidas por el sexo femenino en los últimos doscientos años. En esos momentos críticos, padre y hermanos han contraído la costumbre de tratarme con la condescendencia destinada a un niño molesto, a un pariente tonto, o a una mascota demasiado confianzuda.
II
La semana pasada me quedé de un momento a otro sin señal de Internet. Llamé al proveedor y, después de minutos eternos de música funcional, un joven operador al que casi podía verle el rostro lleno de acné juvenil a través del teléfono me dio un número de reclamo y me anunció que recién podrían pasar por casa hoy por la mañana, es decir, seis días más tarde.
III
Llegan media hora antes de que sea la hora de irme: descubro que el chico que viene a arreglar el cable es el mismo que un año atrás vino a instalarlo. Es alto, tiene ojos celestes, es simpático. Me acuerdo bien de él: antes habían venido otros dos grupos de instaladores que, cuando comprobaron que traer la conexión a mi edificio requería de una complicada maniobra desde el edificio de al lado, huyeron para evitarse problemas con el difícil gremio de los encargados. Este, en cambio, fue el que habló con los porteros de los dos edificios, cruzó la medianera, y me instaló el cable y la banda ancha en un abrir y cerrar de ojos.
IV
Ahora me saluda y me dice que se acuerda. Lleva el pelo castaño largo hasta la cintura atado en una cola de caballo. Es resuelto, práctico, decidido. Trae una caja de herramientas, la ropa de grafa, las botas con suela aislante. Trae a un ayudante bajito, un Robin que me dice que él también estaba la primera vez, pero yo de él no me acuerdo. Revisan la conexión y dicen que es un problema de baja señal: me alivia confirmar que yo no rompí ni arruiné nada. Desde mi ventana veo al Muchacho del Cable treparse con agilidad a la terraza vecina y hacerme una seña de que está todo bien: el problema era de ellos -la maldita compañía que cada mes debita dinero de mi magra cuenta bancaria- pero esto no impide que yo experimente hacia él una infinita sensación de gratitud.
V
El Muchacho del Cable y su fiel ayudante se van; después de que bajo a abrirles, me prometo tomar las riendas de mi propio destino y anotarme pronto en un curso básico de electricidad, o -al menos- prestar más atención la próxima vez que vea a uno de mis hermanos arreglar algo. De lo contrario, me temo que terminaré enamorándome por las razones equivocadas del primer valiente que se ofrezca a cambiar el cuerito que pierde en la canilla del baño.
13 comentarios:
Alicia, siempre a tu disposición. Arreglo cualquier cosa, menos corazones (ni siquiera el mío)
¿Ajá? ¿conque censura previa, eh?
Qué maravilla, Crab. Eso te convierte en un mejor partido aún.
Y, ahora que lo decís, sí, censura previa...
Hay pero = viste que está como esa fantasia, no te digo de que te enamores,pero me paso una vez que se habia roto no se que cosa del lavadero(que tiene 1x1 m2) y viene el flaco para arreglarlo y SU AYUDANTE!! casi me desmayo,era un morochote asi musculoso,no muy grande (23 como mucho) hay dios,estuvieron 20 minutos,pero fue suficiente para haberme imaginado toda la historieta pasional y salvaje!! =(
HOLLA!
Gracias por el enlace. Un placer!
Hola Alicia...no se si sos la del pais de las maravillas...pero aqui vamos...
Te digo que yo hace mas de dos meses que estoy con un problema del internet...y ni siquiera se hacen cargo. Se tiran la bola uno al otro...es un desastre. Yo le hecho la culpa al proveedor que es Sky broadband... pero ellos le tiran la bola a BT porque la linea de broadband es de BT. Yo no entiendo por que se ponen a ofrecer servicio en primer lugar, si es que no van a poder hacer las cosas como la gente!.
POr lo menos a vos te vinieron a arreglar enseguida!!!
Sr. Steed: como dije, el honor es mio.
Leticia: y una creería que por donde andás vos las cosas funcionan más rápido....
besos.
Alicia
no voy a hablar de los problemas técnicos ni del rol de la mujer en los asuntos eléctricos o de cualquier aparatejo.
Pero me encanto tu relato. NO pude más que imaginarme al alto de pelo largo medio rubio y a su petiso ayudante. Flor de película!!
Jesica
Se ve que anda necesitada; o que idealiza con mucho cariño. El caballero andante y su compañero sancho, le pueden aparecer vestidos de técnicos del cable.
Lo que me sorprende es que se acuerda realmente de cada detalle del muchacho. Y sí, un ser familiar, "confianzudo" (el gesto desde la terraza dando el ok lo demuestra todo), que se preocupa por usted en los pequeños detalles que otros no (dos demonios-porteros)... me parece que eso es lo que busca en la vida, y lo que entonces parece encontrar tan facilmente. O tal vez, es algo que le gustaría tener, pero "no da" porque "hay que conseguirse algo mejor" que un pibe de barrio común y corriente que la quiera pero que no tenga el pedigree y el puesto jerárquico.
muy buenas tus palabras y el diseño dulce del blog. Parece que tenés muchos amigos que hacen de lectores por acá. besos.
Pancho:
Sorprende y se agradece tanta atención en la lectura. Eso sí, espero que no te dediques a algo que involucre el uso del razonamiento inductivo, las artes de la adivinación o predicción, o la sensibilidad para conocer el alma femenina. No pegaste una. Igual, está buenísimo que opines y espero lo sigas haciendo.
Besos,
A.
Si tuviera la fórmula para entender a las mujeres y predecirlas, la metería en un frasquito y la vendería para hacerme millonario; sabiendo que la mayor parte de los clientes serían precisamente mujeres.
Pancho:
ante su indiferencia y actitud misogina... argumento que si las mujeres vinieramos en frasquitos (por supuesto perfumados y de color rosa) aun con un manual de uso que incluyera soluciones a problemas varios, le comunico que mas de uno tendria,ante todo, que estudiar el idioma para comprenderlo. Asi como tambien me gustaria, casi,asegurarle que, muchas veces, "un pibe de barrio común y corriente que nos quiera pero que no tenga el pedigree y el puesto jerárquico" logra generarnos fantasias y deseos, independientemente de las necesidades que todos tengamos, que los que se disfrazan de intelectuales, ni remotamente.
Alicia:
Un comentario.. A la vuelta de casa, hay un taller de chapa y pintura... con un par de muchachitos que durante el dia tienen manos de trabajadores y ropa de fajina, (a quienes veo comprando el almuerzo en la panaderia de la esquina) que si los cruzas,los sabados por la noche, en el boliche top de mi ciudad tomando una corona... ni Pancho los creeria "pibes de barrio". Asi son las cosas...
Yo por eso soy técnica electricista jijiji y no es joda, hice el curso en una escuela de oficios, lo mejor: la cara de mis compañeros
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