I
Estamos en una reunión conversando con un amigo en común. Acaban de presentarnos. En un momento, el amigo hace referencia a una situación de la que ellos dos habían participado. Me empiezan a contar que Él discutió con una chica a la que yo vi dos veces en mi vida, que me pareció bastante antipática, y que en el diálogo que me relatan claramente dijo una estupidez.
II
El amigo en común le insiste para que Él siga contándome, dándole a entender que estamos en confianza, que delante mío puede hablar mal de la otra. Elegantemente, Èl evita hacerlo: como si no hubiera entendido, señala con calma sus objeciones a los argumentos de ella y seguimos hablando de otra cosa.
III
Es el momento en el que un hombre de apariencia perfectamente común tirando a descuidado, un adulto que en una reunión social lleva puesto un pulóver viejo con dos agujeros en la espalda, pasa de ser un simpático desconocido a ser otra cosa. Una especie de príncipe azul en el envase de un intelectual desaliñado.
IV
Me obsesiono como una adolescente. Como cuando en tercer año del colegio fuimos a un retiro espiritual y todas nos enamoramos del profesor que se estaba por hacer cura, y después, a la noche, todavía afiebradas por estar al sol o cerca de él todo el día nos juntábamos en una pieza y decíamos: no, no, Dios mío por favor que no se haga. Resulta que tener quince años y treinta y uno es exactamente lo mismo. Al menos, los enamoramientos grupales eran más seguros. La desprotección da mucha vergüenza.
V
De todos modos, ya pasaron varios días, y sigo sin saber si Èl es heterosexual, soltero, o si al menos tiene algún interés por el sexo en general. Mi analista dice que no parece gay, y ella lo vio, aunque sólo de lejos, en la presentación de un libro de un ex paciente suyo y actual amigo mío (mi analista es así). La teoría de que está solo apenas se sustenta en los agujeros del pulóver: si sale con alguien, hace demasiado poco. Una mujer que te ama o que al menos siente alguna inclinación por vos no permite que andes por ahí con un pulóver tan rotoso. Si es novia nueva, quizás aún no haya visto el pulóver, o no se haya atrevido a decirle nada. Pero teniendo en cuenta nuestras diferencias espacio temporales y los límites del decoro que una chica como yo debería respetar, lo más probable es que por el momento no me entere de nada más.
Estamos en una reunión conversando con un amigo en común. Acaban de presentarnos. En un momento, el amigo hace referencia a una situación de la que ellos dos habían participado. Me empiezan a contar que Él discutió con una chica a la que yo vi dos veces en mi vida, que me pareció bastante antipática, y que en el diálogo que me relatan claramente dijo una estupidez.
II
El amigo en común le insiste para que Él siga contándome, dándole a entender que estamos en confianza, que delante mío puede hablar mal de la otra. Elegantemente, Èl evita hacerlo: como si no hubiera entendido, señala con calma sus objeciones a los argumentos de ella y seguimos hablando de otra cosa.
III
Es el momento en el que un hombre de apariencia perfectamente común tirando a descuidado, un adulto que en una reunión social lleva puesto un pulóver viejo con dos agujeros en la espalda, pasa de ser un simpático desconocido a ser otra cosa. Una especie de príncipe azul en el envase de un intelectual desaliñado.
IV
Me obsesiono como una adolescente. Como cuando en tercer año del colegio fuimos a un retiro espiritual y todas nos enamoramos del profesor que se estaba por hacer cura, y después, a la noche, todavía afiebradas por estar al sol o cerca de él todo el día nos juntábamos en una pieza y decíamos: no, no, Dios mío por favor que no se haga. Resulta que tener quince años y treinta y uno es exactamente lo mismo. Al menos, los enamoramientos grupales eran más seguros. La desprotección da mucha vergüenza.
V
De todos modos, ya pasaron varios días, y sigo sin saber si Èl es heterosexual, soltero, o si al menos tiene algún interés por el sexo en general. Mi analista dice que no parece gay, y ella lo vio, aunque sólo de lejos, en la presentación de un libro de un ex paciente suyo y actual amigo mío (mi analista es así). La teoría de que está solo apenas se sustenta en los agujeros del pulóver: si sale con alguien, hace demasiado poco. Una mujer que te ama o que al menos siente alguna inclinación por vos no permite que andes por ahí con un pulóver tan rotoso. Si es novia nueva, quizás aún no haya visto el pulóver, o no se haya atrevido a decirle nada. Pero teniendo en cuenta nuestras diferencias espacio temporales y los límites del decoro que una chica como yo debería respetar, lo más probable es que por el momento no me entere de nada más.
*Ya sé que este post es viejo -o "vintage"- mis disculpas a los que ya lo recibieron. Pero todavía sigue vigente, y mis neuronas están adormecidas por el calor...
10 comentarios:
No sé si entendí...
Pero igual, qué se yo, con el cambio de clima capaz que viene bien tener ventilación en el sweater.
Besos
Yo nunca lo habia leido. Espero lo encuentres...
Y creo que deberia aprender algo de ti, porque para mi los limites del decoro, no existen.
Me parece más bien una cuestión de estética. Yo estoy solo, pero tapo los agujeros de mis pulóveres y medias.
Bien por la vuelta del vintage
me pregunto si seguirá con agujeros ese sweater
besos
me gustan tus historias, relatos, anecdotas y/o vida
Muppets:
Ahora convendría un sweater de crochet, ponele. O de red (horror!).
Sabelaska:
Nada que aprender. Si no tenés esos límites, no te los pongas!
Crab:
Más bien: es que usted es un caballero.
Emmapeel:
Yo también me pregunto. Pero yo moví mi fichita en su momento:pulóver al menos debe sospechar de mi devoción.
Dartevalor:
es todo todo vida real, me temo. y gracias!
Alicia, escribís de una forma exquisita, es un placer leerte, pero estás poco abocada a el blogg, es una pena, espero que escribas más seguido.
Besos.
alice, me reí al poder comprobar q el tema de los agujeros en el sweater es lo q provocó su atracción!!!
es evidente q lo q decía en el post de la ropa ES CIERTO!!!
yo creo que el pulover rotosa vale como evidencia de su solteria.
=)
Primera vez que paso por acá, me gustó mucho lo que leí del blog. Me encanta como escribes.
Saludos.
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